martes, 14 de junio de 2011

Heridos y muertos de racionalidad (1)


Medio mundo estaba en guerra (incluido su país), así que hacían falta opiniones inteligentes al respecto.

Le invitaron al programa, a pesar de que era joven y poeta aficionado, porque estaba mínimamente cultivado y decían que amaba la paz. Pero sobre todo le invitaron porque todo eso lo mezclaba con resultar polémico en ocasiones cuidadosamente elegidas. Y además de la pretensión (lograda) de calidad de la cadena, al fin y al cabo se trataba de televisión.

A parte de por la selección de los invitados el programa tenía cierto reconocimiento por el estilo directo y descarado de la presentadora, que con frescura llevaba las entrevistas, en ocasiones, a terrenos muy personales.

Con las cámaras ya grabando y emitiendo en directo un programa que no vería mucha gente (pero sí sus amigos y enemigos principales) la presentadora, sin presentarle, le preguntó: "¿Existen las guerras justas?"

Él levantó la cabeza, sonriendo, con los ojos y la boca cerrados, y en voz baja dijo: "Qué pregunta más puta..".
Bajando la cabeza, y bajándola un poco más, para desafiante, apretando los dientes, mirar a la presentadora sin perder la sonrisa y mucho menos la complicidad con ella (se trataba de conseguir una entrevista interesante, no de hundir a nadie, y los dos lo sabían),
le contestó un ligeramente alargado pero rotundo y pacífico "sí".

Con un rotundo y pacífico "sí" respondió a la pregunta de si existían las guerras justas.

La presentadora, sonriendo sutilmente porque él había respondido lo que ella quería, se tomó dos segundos para preguntarle: "¿Por qué has tardado dos segundos en responder?".
Y él contestó: "Porque estaba calculando".
"¿Quieres decir que no estabas seguro?"
"No. Estaba seguro de la respuesta. Lo que tenía que calcular era si prefería mentir o decir la verdad"
"Lo que has dicho, entonces, ¿es verdad o es mentira?"
"Lo que he dicho es lo que pienso de verdad. No soy perfecto. Pero podría precisar las pretensiones que estaría en condiciones de alegar con derecho"

Más de tres segundos de silencio. Ella pasa por encima esto último. Ya lo repasará en casa. Su madre graba todos los programas en VHS.

"Pero entonces... ¿qué calculabas? ¿de qué tenías miedo?"

"De no tener tiempo para justificar la respuesta".

"¿De verdad te ves capaz de dar una respuesta racional a la afirmación de que 'existen las guerras justas'?"

"Sí. Siempre que se me permita utilizar la racionalidad para exponer un argumento en última instancia irracional, al que luego podría dar vueltas usando la razón. Pero lo que defiendo, en esencia, es irracional"

[...]

1 comentario:

el mar en mis ojos dijo...

Tu blog.

He ido al primer día, al primer post,
me he paseado por todos hasta hoy.
He leído alguno, he acariciado lineas de otros, palabras sueltas o sólo una imagen.
Mi mirada recorre las entradas y mi mente los recuerdos que me evocan.
Uno tras de otro y desde cierta perspectiva.

No me había dado verdadera cuenta de lo

maravilloso

que es.