sábado, 14 de julio de 2012

Unravel

(haciendo un ovillo con el día de hoy, la canción de Björk y la frase de Sergio: "la espuma de los días")

Cierto, hoy estaba más sensible. Mucho más de lo normal.
Y la sensación, subyaciendo todo el rato, de que era un estado superior, más lúcido y humano que nunca. De que lo que podría resultar una debilidad, lo fuera o no, impulsaba cada una de mis respiraciones. Como el latido al que estoy acostumbrado, constante e indescriptiblemente, así durante todo el día de hoy.

Qué maravilla, qué lujo, qué suerte.
Quiero más. Aunque me mate.
Aunque mis entrañas se deshilachen en el proceso.
Aunque se marche tan grácilmente como llegó
la espuma de mis días.

sábado, 2 de junio de 2012

Como de un pájaro el esqueleto,
capacidad y potencia perdidas,
he visto vuestros huesos esta noche
amontonados
tras el abrazo.

jueves, 26 de abril de 2012

Astros


A veces, cuando comienza a anochecer, la Luna y los puntos más brillantes del cielo parecen pertencer a un universo absoluto. Casi se dibuja en la imaginación el complejo equilibrio de sus órbitas. Y entonces se intuye intensamente la imperfecta y radical geometría que ordena el Todo.

Pero sólo sucede a veces.

martes, 17 de abril de 2012

Para releer, apresuradamente, en el futuro

Los días en que escribía estas líneas miraba a través de la ventana el Sol que nunca acaba de ponerse, más allá de las montañas. En verano el invierno parece incomprensible.

Pasan estos días de plastelina sin que sienta ninguna prisa. Muchas cosas hechas. Y más por hacer. Interiorizando poco a poco lo que signifca estar en el presente. Me toco, me siento y me reconozco. Efervescentemente relajado. Cambiante. Chispa en el corazón. Nutrido de la inocua luz que está por todas partes.

Un plan entre manos más allá de lo técnico. Sin prisas. Y tiempo para mí. Pero esta impunidad se acabará.

Y ya puedo intuir el sabor de la profunda y etérea incomodidad de las "prisas vitales". Que llegarán tan rápido e implacablemente como me han traído a donde estoy.

¿Serán superables?

O poniéndome ya en mi propio futuro: ¿están siendo superables, Jesús?

Y si no lo están siendo, ¿resulta soportable, de algún modo, su corrosión?