martes, 21 de octubre de 2008

A ver qué hacemos con ello

( ♪ people have the power, patti smith ♪ )

No estoy diciendo que haya servido de mucho. Los ejemplos que da la historia son puntuales y probablemente magnificados por el recuerdo.

(El anuncio de aquarius de que "la gente hace lo que quiere" es como la mayoría de relaciones de pareja, donde no se miente pero se omiten "datos". Los datos clave, curiosamente. Los más incómodos. Los puntos negros. Se maquilla una muy común minusvalía moral. Una mentira sutil para estúpidos o débiles. Y débil excluye a estúpido, pero no al revés. El orden importa)

Tampoco estoy diciendo que me parezca ni bien ni mal. 

Repito que no ha servido de mucho y probablemente tampoco pueda servir de mucho en el futuro. Como un genio ofuscado, una promesa fallida o una falsa esperanza: el esqueleto de un pájaro.

Fuerza y más fuerza. Poder y energía. Conexión e inercia. Potencia brutal. 

Y todo esto tan desilachado. Tan a la deriva. 

Tan pocos arrastrando las vidas de tantos.

Pero es cierto. El poder lo tiene la gente.

Aunque no lo utilicemos. Aunque quizá no se pueda coordinar. Aunque el poder copte a los necios. Aunque yo no sepa todavía si soy, o no soy, un necio.

Lo más cerca que he podido estar de personas "poderosas" ha supurado siempre sobre mí un sentimiento de pena. Da igual lo que hagan conmigo. Lo que me estén  manipulando. Siguen dándome pena. Y eso que nada es culpa de nadie. Pero siguen dándome pena. Lástima. Como una persona sola, sin brazos ni piernas. No puedo evitarlo.

Perdónadlos, que no saben lo que hacen.

En cambio una masa de gente... da igual lo que haga, siempre es preciosa. Siempre me invade. Siempre me ataca. Me lanza argumentos, de los cuales 2 o 3 no consigo nunca rechazar. Me golpean y asiento. Se justifican por si solos.

El poder lo tiene la gente lo sepamos o no, lo usemos o no. Y por desgracia ni lo sabemos ni lo usamos, en beneficio de cerdos humanos.

Pero el poder puro, justo antes de pervertirse, lo tenemos nosotros.


Y basta con mirar a la gente en el metro, por la mañana y entre semana, para sentirlo.




Buenos días.

lunes, 13 de octubre de 2008

Umor a primera vista




Cuando una persona va en el metro leyendo un libro:

Se puede saber perfectamente si es un impostor o no contando el número de veces que levanta los ojos del papel por parada de metro.

Si lo hace más de una (la necesaria para comprobar la parada), entonces esta persona es un impostor. Y un gilipollas.

Sin embargo, si la persona no levanta la vista más que una vez por parada, o si incluso en alguna ocasión no mira, arriesgándose de esta manera a pasar de largo su estación de destino,

entonces esta persona quizá no sea un impostor.

Pero en cualquier caso es también un gilipollas.

Seguramente no sea posible ir leyendo un libro en el metro y no ser gilipollas al mismo tiempo.