domingo, 13 de marzo de 2011

El saco de nuestras combinaciones

(mail enviado a S.)


Hoy ha sido un día estupendo.

He ido a esquiar, con sol radiante, sin viento, ligeramente bajo cero. No había mucha gente y se daban por tanto momentos de soledad en la pista.

El crujir de la nieve (que aunque no nos deslizáramos estaría allí arriba, igual de bella pero más tranquila), la velocidad, el vértigo, las caídas (aprendiendo a caer cada vez más fuerte pero mejor preparado).
Sentir el serio e implacable efecto de la gravedad, desaliñado e informal sin embargo, porque el hecho de esquiar colorea el negro primero de una capa blanca para luego, por encima, salpicar ociosos tonos multicolor. Y humanitos que se divierten, aún más en la superficie.
Imagina un dictador, sentado en su trono un domingo, con un niño en sus rodillas que resulta ser su nieto y que le estira los bigotes y se ríe de él. El viejo ríe también. Y son felices. Ajenos, los dos, al problema.

Víctor I el Impresentable me había mandado un mensaje cuando subía, en autobús, hacia las montañas: "nuclear explosion in Japan..."

Nunca olvidaré tanto contraste.

Qué distintas son estas cimas concurridas, coloridas y ruidosas, de las del maestro.
Pero la vista sin embargo no dejaba de ser soberbia. Desde arriba se veía (creo no exagerar) una quinta parte de Islandia. Parece que ha sido un día excepcionalmente claro ya que incluso los islandeses se sorprendían de ver a lo lejos Vestmannaeyjar, un pequeño archipiélago al sur al que fui con Casandra en noviembre. Reykjavík al oeste, relativamente cerca (30 km), y al noroeste se podía ver algo de Snæfellsness, una zona a la que todavía no he ido pero que probablemente sea mágica.

Allí arriba, acordándome sólo a ratos de Japón, pensaba también sólo a ratos en una frase de Nietzsche que siempre me ha parecido un misil nuclear, pero a la que hasta ahora no había tenido que dar tantas vueltas. Podría salir perfectamente de la boca de un ingeniero si se estuviera refiriendo, por ejemplo, a las piezas que componen un puente. Dice algo así como que "a los hombres más fuertes debes buscarlos allí donde contínuamente es vencida la mayor resistencia".
Pensaba y sonreía, primero de todo, que entonces debo ser de los hombres más débiles que han pasado por la humanidad. Mi existencia en el planeta durante los últimos meses me está resultando lo más parecido a una broma o un sueño.
Y respecto a la frase, que ese "allí" obviamente no se refiere exclusivamente a un lugar físico o metafórico. Tampoco a un estado. Ni a una situación política, laboral, social...concretas...
Parece evidente que se está refiriendo a una combinación de todos ellos que cada individuo se hace a medida. Como la gota de agua, la forma resultante de las leyes y la materia definidas por el ahora.
Y que así, precisamente, se mide la fuerza de unos hombres respecto a otros: comparando la potencia y extensión de sus combinaciones y su actitud en esos lugares.

Pensaba también que el arrastrarse en una zona donde "continuamente es vencida la mayor resistencia" probablemente no debería contar mucho, en tanto que oposición.
Todos sabemos que arrastrarse pegado al suelo permite avanzar más facilmente contra el huracán. Pero entonces sería más preciso hablar de reptiles que de humanos.

Y aunque me ha costado al final he llegado a la pregunta:
¿cuáles son tus huracanes?

Cabían también las cuestiones: ¿quién es el que quiere ser fuerte? ¿para qué? ¿a qué se refiere con ello? ¿qué está dispuesto a hacer con la fuerza? ¿vale la pena que le sea entregada? ¿podría cargar toda la vida con el peso de haber dejado caer esa fuerza, si lo hiciera? Y si las dudas desaparecen.. ¿a qué cimas o a qué cálidos valles se dirigirá? ¿Llegará a tiempo para hacer algo útil?

Sería conveniente ir metiendo las respuestas en el saco de nuestras combinaciones.

Serán comparadas.

Descartado el saco, si no pesa lo suficiente.

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