Me quito el casco y lo cuelgo.
Salgo.
Y mientras estoy cerrando la puerta vuelvo a oir, una vez más, todos esos ruidos que la moto tiene por costumbre hacer cuando la aparco y la dejo sola.
Imagino que todo eso normal, que los materiales se calientan y al enfriarse producen crujidos. Y que además hay muchas otras razones, otras partes del mecanismo que yo no entiendo, que producen sonidos.
Una vez más ella se queda allí sola, crujiendo y sonando por unos minutos, cuando yo ya me he ido. Cuando yo ya no puedo escucharla. Relajada. Resignada. Inobservada.
La maquinaria permanece ajena, de nuevo, a su propia existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario